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Pastoral por etapas

En cada etapa educativa abordamos la hermosa tarea de acompañar el crecimiento en la fe poniendo el acento en una dimensión.

Lógicamente, ésta dimensión -por mucho que la juzguemos como la más adecuada o necesaria en una etapa concreta- no elimina las demás, sino que permite abordar el conjunto de la experiencia creyente basándose en esa dimensión concreta.

Puede servirnos la imagen de un diamante de forma piramidal, que en cada etapa contemplamos y pulimos desde una perspectiva complementaria, porque cada vez es una cara distinta la que hace de base y sostiene el diamante.

 

Pastoral en Infantil

El Despertar Religioso es el proceso por el que el niño va iniciando y desarrollando su relación con Dios.

Es un proceso…
No un conjunto de actividades de pastoral, sino un verdadero proceso, paciente y progresivo, que abarca el abanico de los primeros años de escolarización.

…por el que el niño…
El sujeto protagonista de este proceso es el propio niño. Los educadores (padres, maestros, catequistas) facilitamos, guiamos, acompañamos, somos referentes. Pero es el niño el que va descubriendo, interiorizando y construyendo.

…va iniciando y desarrollando…
Se trata de los primeros pasos para ayudar a despertar esa capacidad natural que tiene la persona de relacionarse con Dios. Primeros pasos y desarrollo: durante estos primeros años la religiosidad del niño se despliega y crece, de un modo admirable en muchos casos.

…su relación…
Es relación y es suya, del niño. La religiosidad no es un sistema de creencias, sino relación vital con Dios. El mejor servicio que podemos prestar en el Colegio es ayudar a nuestros alumnos a despertar a una relación con Dios como la que vivió Jesús: una relación basada en la confianza, la transparencia, la gratitud y la alegría que de ella brota.

…con Dios.
Con Dios, que no es lo mismo que decir con la propia interioridad, ni con la energía cósmica. Con un Dios personal, tal y como Jesús nos lo mostró. Y para eso no hay mejor modo que hacer caso al mismo Jesús, cuando dice a los discípulos «dejad que los niños se acerquen a mí», y confiar en que él hace el resto.

 

Pastoral en Primaria

Los primeros años de Primaria continúan el despertar Religioso de la etapa anterior.

A partir de 3º, se inicia la incorporación a la vida de fe de la comunidad.

Es fundamental conocer y hacer propias las mediaciones recibidas de la Tradición, que no sólo facilitan la vivencia y expresión de esa fe, sino que a la vez le dan forma.

Estas mediaciones, que proporcionan el marco de la fe compartida, son: espacios (templo, oratorio…), tiempos (tiempos litúrgicos, fiestas…), símbolos (sobre todo los sacramentos, pero también otros signos…), la Palabra de Dios (Biblia), los modelos (santos, referentes…), las fórmulas (oraciones…), etc.

 

Pastoral en Secundaria

Esta etapa está marcada más por lo existencial, en cuanto que el adolescente lo vive todo desde sí.

En este contexto, la fe le sirve y construye en la medida en que le resulte significativa para las experiencias -todas intensas- que está viviendo.

Nos toca iluminar desde el evangelio el sentido de las grandes cuestiones de su vida: el encuentro interpersonal, el descubrimiento de sí, la confusión vital, la búsqueda de identidad, el sentido de la vida, la respuesta de Dios a la enfermedad y la muerte, la limitación, la espiritualidad, el cuerpo, la sexualidad, la vida en sociedad, el sueño de un mundo mejor, la injusticia, el mal…

En un momento vital en el que al adolescente le entran en crisis los ritos, los dogmas e incluso la moral recibida, es la relación personal con Jesús la que le sostiene y le ayuda a comprenderse y construirse vinculado a la fe.

 

Pastoral en Bachillerato

La vida en clave creyente es vocación. Y el joven en esta etapa puede ya descubrir el sentido de la vida como llamada de Dios, y la fe como respuesta del ser humano. Es el momento de hacerse la pregunta ¿qué quiere Dios de mí? Para ello conviene:

  • Releer lo vivido en años anteriores: integrando aspectos no encajados o pendientes de la propia historia personal.
  • Reconocer y nombrar los dones y carismas personales, para ponerlos al servicio del mundo.
  • Abrir a campos nuevos del compromiso cristiano en la sociedad y en la iglesia, en estrecha relación con las diferentes formas de vida cristiana.
  • Alentar discernimiento personal con sus mediaciones: acompañamiento y oración.
  • Experiencias de servicio a los demás, campo fecundo de intuiciones vocacionales.


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